En ocasiones tenemos síntomas que se pueden confundir con una enfermedad cuando experimentamos ciertos sentimientos, por ejemplo, si tenemos rabia normalmente sentimos un nudo en la garganta, presión en el pecho, aceleramiento del pulso y la respiración, o cuando sentimos angustia se nos hace un hueco en el estómago, se baja la tensión y hasta nos dan dolores de cabeza. Esto puede relacionarse con cómo el cuerpo reacciona a los estimulantes físicos y hormonales que él mismo crea.
Recordemos que cuando experimentamos una emoción fuerte, el cuerpo libera hormonas como la endorfina o la adrenalina que circulan por todo el organismo y que ponen a trabajar al corazón de más, muchas veces desestabilizando todos los sistemas por completo, de ahí que sintamos sensaciones físicas que están relacionadas con los sentimientos. Hablamos con el Dr. Jainer Méndez Flórez, médico cardiólogo para aclarar algunas dudas de cómo las emociones influyen o afectan en la salud del corazón.
Cuando hay una emoción fuerte, el corazón producen unas sustancias llamadas catecolaminas, dentro de ellas la adrenalina y noradrenalina, que hacen que los vasos sanguíneos se estrechen y disminuyan su diámetro haciendo que el flujo de la sangre no sea adecuado, aumente la frecuencia cardíaca, la presión arterial que con el tiempo pueda producir infarto agudo de miocardio. Estudios han demostrado que emociones como la ira, la tristeza y la angustia o hasta la ansiedad y la depresión aumentan hasta un 65% el riesgo de sufrir de un infarto.
Uno de los casos en los que las emociones pueden afectar al corazón es el síndrome de Tako -Tsubo o síndrome del corazón roto que fue descrito en los años 90 en Japón, y lo denominaron de esta manera por la forma que toma el ventrículo izquierdo del corazón cuando se contrae (sístole) y su semejanza con la vasija que utilizan los pescadores japoneses para atrapar pulpos, que tiene un cuello estrecho y una base amplia. Es una afección cardíaca que se produce a raíz de emociones extremas o por demasiado estrés, y que en muchas ocasiones puede confundirse con infarto. Lo bueno es que es una condición reversible, que puede durar semanas o meses hasta que el corazón vuelve a su estado normal.
Aunque se pensaría que el centro de las emociones está en el corazón, la verdad es que es en el cerebro donde se producen todas estas emociones. El sistema límbico es la estructura, de muchas que tiene el cerebro, que maneja las emociones y que responde a estímulos produciendo respuestas como alegría, euforia o angustia. Otra parte del cerebro que responde a estímulos externos es la ínsula que a su vez está en estrecha relación con el corazón porque es la que controla el sistema nervioso autónomo. Por esta razón en muchos casos cuando tenemos una emoción fuerte el sistema nervioso simpático se dispara generando palpitaciones, dolor torácico, entre otros síntomas.
Tanto el sistema límbico como la ínsula modulan el sistema nervioso autónomo y esto es lo que ocasiona las respuestas que a veces sentimos en el pecho.
Emociones como la tristeza, angustia, y hasta la ira, producen sentimientos muy profundos que muchas veces se expresan a través del llanto, esta es una reacción a la liberación de catecolaminas en el sistema, aumentando hasta el doble el riesgo de sufrir de un infarto al corazón.
La ansiedad, la depresión y el estrés crónico, son las emociones que más afectan al musculo cardíaco y si no se tratan evolucionan a enfermedades, esto debido a las grandes cantidades de adrenalina que circula por el organismo y la reacción que tiene el cuerpo para combatir esta liberación se traduce en ansiedad por calmarla. Es por esto por lo que muchos pacientes que sufren de estas enfermedades tienden a buscar alternativas nocivas y poco saludables como el consumo de cigarrillo o alcohol para calmar la ansiedad, sin darse cuenta de que con estas alternativas aumentan de una manera exponencial el riesgo de sufrir, no solo un infarto, sino de otras enfermedades tanto físicas como mentales.