La neumonía es una reacción inflamatoria a una infección respiratoria generada por bacterias, virus u hongos, que afecta los alvéolos de los pulmones llenándose de líquido o pus colapsando las vías respiratorias.
Según la Organización Mundial de la Salud, esta enfermedad es la principal causa de mortalidad en niños menores de 5 años y adultos mayores en el mundo.
Generalmente los síntomas depende de la gravedad de la infección, pero suelen ser similares a los de una gripa común:
Tos, dolor en el pecho o dificultad para respirar
Expectoración mucosa o purulenta
Fiebre, transpiración y escalofríos
Cansancio y fatiga
Náuseas o vómito
Es más latente que se presente esta patología en:
Pacientes inmunosuprimidos o con enfermedades autoinmunes
Pacientes trasplantados
Pacientes con EPOC
Pacientes con comorbilidades
Pacientes con enfermedades cardiovasculares
La mayoría de los pacientes que visitan al médico por alguno o todos los síntomas, manifiestan haber tenido cuadros gripales que pueden ser síntomas de alerta para una neumonía, esto da paso a que el médico realice exámenes físicos para detectar otros síntomas como fiebre, taquicardia y tensión baja.
Uno de los métodos de detección es por medio de la auscultación, a fin de escuchar los sonidos producidos en las cavidades del pecho, que permitan verificar el estado de las vías respiratorias, los pulmones y demás órganos implicados.
Otra manera de detectar esta enfermedad es por exámenes paraclínicos como la radiografía de tórax, que permite mostrar donde realmente se encuentra alojada la infección, y exámenes de cultivo de secreciones.
Generalmente los gérmenes, siendo las bacterias y virus en el aire los causantes de esta enfermedad, que varían dependiendo del lugar donde se haya contagiado la persona y se pueden clasificar como:
Neumonía adquirida en la comunidad: siendo la más común, normalmente ocurre por una gripa o resfriado en la que persisten los síntomas, en este tipo de patologías se encuentran gérmenes como el neumococo o influenza.
Neumonía adquirida en la atención médica: esta se produce en personas que viven en centros de atención a largo plazo como hogares geriátricos o centros ambulatorios, es normal encontrar gérmenes como basilio intra negativos y estafilococos y pueden llegar a ser resistentes a los antibióticos.
Neumonía nosocomial: ocurre normalmente en pacientes hospitalizados.
Neumonía por aspiración: se produce cuando hay inhalación de ciertos alimentos, bebidas, vómitos o saliva que entran en los pulmones.
El tratamiento puede desarrollarse en casa, aunque depende del tipo de infección y del estado general del paciente. Se pueden comenzar ciclos de tratamiento con antibiótico, medicamentos para la tos o analgésicos.
Existen casos donde el paciente no mejora y regresa al médico por complicaciones en los síntomas, por ejemplo, que el germen es resistente al antibiótico, que la infección se disemine por el cuerpo, o que hayan complicaciones con la neumonía que pueden evolucionar en un derrame pleural, en ese caso se debe hospitalizar inmediatamente al paciente y comenzar tratamientos clínicos.
Mantener los esquemas de vacunación implementados en los sistemas de salud tanto para adultos como para niños.
Mantener una buena higiene ( lavarse las manos regularmente o utilizar gel a base de alcohol).
Mantener un fuerte sistema inmunológico.
Tener buenos hábitos de salud (alimentación saludable, ejercicio regular).
Evitar fumar (el tabaco es un factor de riesgo para enfermedades respiratorias).
Este artículo contó con la asesoría del doctor José Rubén Dueñas Villamil, neumólogo.
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