Durante el embarazo, el cuerpo de la mujer experimenta múltiples adaptaciones para sostener el desarrollo del bebé. Uno de los principales órganos que se transforma es el corazón, cuya labor se intensifica significativamente desde las primeras semanas de gestación.
A partir de la quinta semana, el corazón de la mujer embarazada empieza a suministrar oxígeno y nutrientes al feto, incluso antes de que los pulmones del bebé están completamente formados, los cuales funcionan hasta el momento del nacimiento. Esta función implica enviar sangre al corazón del feto, que a su vez comienza a impulsar fluidos y sangre a través de sus propios vasos sanguíneos.
Esto trae algunos cambios importantes en el sistema cardiovascular de la mujer como:
Incremento del volumen sanguíneo: el volumen de la sangre aumenta entre un 30% y un 50% para suplir las necesidades del feto.
Aumenta el gasto y la frecuencia cardíaca: el corazón trabaja más intensamente, al incrementarse la cantidad de sangre que se bombea por minuto (gasto cardíaco) las palpitaciones pueden elevarse de 70 a 90 por minuto (frecuencia cardíaca).
Acentuación de las contracciones cardíacas: para poder bombear el mayor volumen de sangre, el corazón se contrae con mayor fuerza, una adaptación esencial para mantener una circulación eficiente durante la gestación.
Activación del eje renina-angiotensina-aldosterona (SRAA): el cual se encarga de regular la presión arterial y el equilibrio de fluidos y electrolitos en el cuerpo. Durante la etapa gestacional, se activa para promover la expansión del volumen plasmático y mantener la presión arterial adecuada. Durante este proceso el cuerpo de la mujer retiene más líquidos, aumentando el volumen intravascular, lo cual puede genera algunos síntomas de incomodidad como:
Es fundamental que una mujer gestante inicie y mantenga controles médicos estrictos desde el momento en que se confirma el embarazo, pues gracias a ellos, se determina si el embarazo está transcurriendo con normalidad o si existe alguna situación atípica que requiera atención, seguimiento o intervención médica. Esto no solo se hace con la finalidad de cuidar la salud del feto sino también la de la madre.
Además, es crucial que las mujeres embarazadas hablen con claridad sobre todos los cambios que identifiquen en su cuerpo, incluyendo los que consideren “normales”, para que los médicos estén al tanto y puedan identificar posibles síntomas de alarma.
Por ejemplo, cuando no mencionan antecedentes de un soplo en el corazón porque no han tenido síntomas evidentes, pero durante el embarazo estas condiciones pueden agravarse. Por eso, compartir esta información es indispensable para realizar estudios que descarten o confirmen alteraciones cardiovasculares.
Si es una madre que está pasando por otro embarazo, es especialmente importante o que le cuente a su médico si tiene antecedentes como:
Aunque cada mujer tiene condiciones particulares, existen hábitos de vida saludables que pueden ayudar a mantener un corazón sano durante la gestación.
Comer saludablemente: priorizando una dieta rica en verduras y frutas, evitando alimentos procesados y altos en sodio, azúcar o grasas saturadas. También se deben evitar los alimentos crudos.
Hacer ejercicio: aunque algunas mamás no pueden realizar deportes durante su etapa de gestación, es un mito que ninguna madre debe ejercitarse en el embarazo. Se puede realizar una rutina bajo supervisión médica, controlada y diseñada de acuerdo con sus necesidades y estado.
Dormir bien: aunque el cuerpo está expuesto a cambios que pueden dificultar el sueño, especialmente en el último trimestre, es necesario implementar una buena higiene del sueño y realizar rutinas relajantes que les permitan descansar.
Control del aumento del peso: aunque es natural ganar peso durante el embarazo, debe tener cuidado de no subir por encima de los niveles normales, pues la obesidad es un factor de riesgo considerable para padecer enfermedades del corazón.
Este blog contó con la asesoría de la Dr. Marcela Poveda, cardióloga intensivista al servicio de la Clínica Shaio.