La hipertensión arterial es una condición médica en la que la presión de la sangre contra las paredes de las arterias es demasiado alta, lo que obliga al corazón a trabajar más de lo normal para bombear sangre al resto del cuerpo.
Aunque en adultos y niños se trata de la misma enfermedad, las causas pueden ser diferentes. En la infancia, la hipertensión suele estar asociada a otras condiciones médicas, como malformaciones renales, enfermedades autoinmunes u otros problemas de salud. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado la hipertensión pediátrica relacionada con el sobrepeso, la obesidad y los estilos de vida sedentarios.
En la mayoría de los casos, la hipertensión es una enfermedad silenciosa. Pero en situaciones donde la presión se eleva bruscamente, los niños pueden presentar algunos síntomas como:
En niños sanos, es recomendable medir la presión arterial al menos una vez al año. En aquellos con factores de riesgo, esta medición debe hacerse en cada consulta pediátrica o de nefrología pediátrica.
Es fundamental utilizar un tensiómetro adecuado al tamaño y la edad del niño. También es importante considerar si el niño está tranquilo, emocionado o nervioso, ya que el estado emocional puede afectar las cifras de presión.
Para hacer el diagnóstico de hipertensión arterial se deben tener al menos tres mediciones en días diferentes que sean compatibles con hipertensión arterial. En casos en los que haya dudas de que la tensión se esté elevando durante la consulta por miedo o estrés se puede realizar un estudio de medición de la presión arterial de 24 horas para obtener mediciones más precisas.
1. Alimentación balanceada
Una buena alimentación desde la infancia es clave para una vida saludable. Es recomendable incluir:
Al menos 5 porciones de frutas y verduras al día
Proteínas saludables
Carbohidratos en porciones moderadas
Grasas saludables (como aguacate, frutos secos y aceite de oliva)
Evita los alimentos ultraprocesados, que suelen tener exceso de sodio, azúcares y grasas dañinas (como las saturadas y trans). Estos productos pueden acumularse en las arterias con el tiempo y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
¡Atención con las onces! Muchas veces pensamos que un yogur con ponqué es un refrigerio saludable, pero en realidad contiene mucha azúcar y pocos nutrientes. Es mejor optar por snacks hechos en casa con ingredientes naturales.
2. Actividad física regular
Los niños de 3 a 5 años deben mantenerse activos durante el día, mientras que los mayores de 6 años necesitan al menos 60 minutos de actividad física intensa, al menos 3 veces por semana.
Deportes, clases de baile o juegos al aire libre son excelentes opciones para mantenerlos en movimiento.
3. Rutinas de sueño
El descanso es tan importante como la alimentación o el ejercicio. Dormir bien ayuda a conservar la salud física y mental en todas las etapas del desarrollo.
4. Bienestar emocional
Aunque no es un hábito como tal, cuidar la salud mental de los niños es esencial. Es importante ofrecer espacios seguros donde puedan expresarse, estar atentos a sus comportamientos y fomentar relaciones positivas.
La hipertensión no controlada puede provocar daños a largo plazo en el corazón (como la hipertrofia del ventrículo izquierdo), los riñones, el cerebro y los ojos. Por eso, la prevención y el diagnóstico temprano son fundamentales.
En la Clínica Shaio hacemos un llamado a los padres para prevenir la hipertensión infantil a través de hábitos saludables y controles médicos regulares.
Si su hijo ha sido diagnosticado con hipertensión o presenta factores de riesgo, puede contar con nuestro servicio de Nefrología Pediátrica, disponible para ofrecer un acompañamiento personalizado y el mejor tratamiento para cada niño.
Este artículo fue realizado con la asesoría de la Dra. Carmen Rodríguez, nefróloga pediátrica.