La cirugía de corazón abierto es un procedimiento quirúrgico, en el cual se entra a través del hueso esternón (el pecho), se separa esa apertura para explorar la cavidad mediastinal donde descansa el corazón para llegar a la tela que lo recubre llamada pericardio, de manera que se pueda intervenir este órgano. No significa necesariamente que se abra el corazón.
Algunos tipos de procedimientos cardíacos que requieren cirugía abierta son:
Cuando el paciente va a ser sometido a cirugía de corazón abierto, el personal médico solicita una serie de exámenes de laboratorio y estudios como imágenes diagnósticas para revisar la función del del hígado y los riñones y así asegurarse de que no haya enfermedades asociadas al corazón que requieran intervención en la cirugía.
Toda la preparación se hace con equipos de salud expertos en Cardiología, Cirugía Cardiovascular, Enfermería y Anestesiólogía, para poder evaluar adecuadamente cuáles son las características de cada paciente y su enfermedad, de manera que se minimicen los riesgos que puedan suceder durante la intervención.
En los pacientes diabéticos se debe llevar un control estricto de la glicemia en ayunas por debajo de 180 para evitar complicaciones, ya que se ha evidenciado que aumenta la mortalidad en los pacientes que son llevados con glucometrías no controladas por encima de 180.
Siempre que un paciente sale de cirugía de corazón abierto pasa a la Unidad de Cuidado Intensivo, ya que existe un periodo crítico entre las 24 y las 72 horas posteriores al procedimiento, donde pueden ocurrir diferentes eventos que se deben mantener controlados. Después de esto, son llevados al servicio de Hospitalización y posteriormente enviados a casa con las siguientes recomendaciones:
Si bien este procedimiento busca mejorar el estado de salud del paciente, no está exento de riesgos derivados de ser un procedimiento de alta complejidad, son de carácter individual dependiendo del estado clínico del paciente y las enfermedades asociadas a su corazón.
Las secuelas pueden durar tan solo unos días o semanas e incluso no presentarse. Algunas de ellas son:
En caso de que estos síntomas persistan debe consultar con su médico o psicólogo para revisar que no haya nada inusual y no se trate de una complicación.
Los riesgos más comunes son:
Infecciones: el corazón es un sitio estéril que al exponerse al medio ambiente puede sufrir infecciones.
Sangrado: el corazón está compuesto por estructuras vasculares que llevan toda la sangre hacia el cuerpo, por lo que al intervenirse pueden haber complicaciones.
Fibrilación auricular: frecuencia cardíaca irregular y ocasionalmente rápida que suele provocar irrigación sanguínea deficiente.
Tromboembolismo pulmonar: afección en la que una o más arterias en los pulmones quedan obstruidas por un coágulo sanguíneo.
Eventos cerebrovasculares: al manipularse el corazón pueden generarse trombos o calcio que afectan directamente el cerebro.
Baja frecuencia cardíaca asociada a la intervención de este órgano.
Todos estos riesgos se estipulan y explican en el consentimiento informado que se le entrega al paciente y a su familia antes de la cirugía.
Esta pregunta es muy común, sin embargo, aunque las probabilidades de morir en una cirugía de corazón abierto siempre están presentes, así como en cualquier tipo de cirugía, los índices están entre el 1% y 3%, los cuales pueden llegar a variar de acuerdo con algunos factores como la edad, enfermedades preexistentes, comorbilidades, dificultades en el procedimiento quirúrgico, entre otras.
Cuando el paciente decide no operarse, la enfermedad va a seguir avanzando llevando al paciente a un desenlace fatal, el riesgo no puede ser medido en tiempo ya que no es posible determinar cuanto tiempo de vida más pueda tener.
Los pacientes que se someten a esta intervención deben hacer cambios en su estilo de vida, dejar de fumar, bajar de peso, si tiene alteraciones del colesterol o azúcar tener mayor control de ellos, deben esforzarse por hacer mejor las cosas ya que tienen una segunda oportunidad de vida. Igualmente el paciente contará siempre con un acompañamiento multidisciplinario por parte de la Clínica Shaio que garantice una recuperación exitosa.
Este artículo contó con la asesoría del Dr. Juan Fernando Parra, médico cirujano cardiovascular.