Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la viruela del mono es una zoonosis viral, un virus transmitido de animales infectados a los seres humanos, que también se transmite de persona a persona.
El primer descubrimiento de esta enfermedad se dio en 1958 en monos, de ahí su nombre, y el primer caso registrado en humanos fue en 1970 en la República Democrática del Congo. El virus tiene identificados dos clados o ramificaciones, el de África Central y el de África Occidental, la tasa de letalidad para el primero ha sido establecida en alrededor del 10%, y en un 3% a 6% para el segundo.
Los signos y síntomas de esta enfermedad pueden ser muy parecidos a los de la viruela común, pero con una menor gravedad. Su transmisión, especialmente en humanos, puede ser mediante contacto directo, elementos infectados o por gotas respiratorias que salen cuando hablamos, estornudamos o respiramos.
Los más comunes son:
Fiebre y cefalea
Dolores musculares
Erupciones cutáneas en la cara, manos, pies, ojos, boca, cuello, ingle, regiones genitales o anales
Inflamación de los ganglios linfáticos regionales
Falta de energía
Aunque el virus se llama monkeypox, debido a que fue descubierto en macacos, el principal reservorio en la naturaleza son distintos tipos de roedores y mamíferos pequeños (ardillas, perritos de las praderas, ratas, lirones, zarigüeyas y claro está, algunas especies de monos).
La trasmisión de animales a humanos se puede dar por contacto directo con animales infectados por este virus, a través del contacto con sangre o fluidos contaminados, mordeduras, arañazos, o también por el consumo de carne contaminada. La expansión de la frontera agrícola y la caza furtiva impulsaron la epidemia durante las primeras décadas, ya que propiciaron un aumento del contacto entre los seres humanos y el reservorio natural del virus.
La transmisión entre personas se da por contacto con una persona que tenga erupciones cutáneas por la viruela del mono, por ejemplo, piel con piel o boca a boca e incluso por contacto sexual. El mecanismo de contacto estrecho, que incluye el contacto sexual, se ha convertido en un impulsor de la epidemia en los últimos cinco años, y se estima que es el principal mecanismo de transmisión en la actual emergencia sanitaria.
La transmisión por fómites (materiales sobre los cuales se pueden depositar agentes infecciosos, como las prendas de vestir, toallas, ropa de cama y superficies que entraron en contacto con pacientes) puede ser un mecanismo importante a considerar. También se deben considerar los aerosoles, esas pequeñas partículas de corto alcance que quedan suspendidas en el aire ciando hablamos, tosemos, estornudamos y hasta respiramos.
El principio de precaución apunta a la necesidad de implementar medidas de aislamiento por contacto y de aerosoles en la atención de estos pacientes, lo cual implica el cumplimiento del uso correcto de los elementos de protección personal y de la técnica de higiene de manos.
Es importante señalar, que el riesgo de transmisión del virus termina en el momento en el que todas las lesiones entran en fase de cicatrización (las costras se secan, se caen y se forma una nueva capa de piel).
El mayor riesgo de contagiarse se da en personas que están en contacto directo con personas o animales infectados, especialmente si el contacto es estrecho, sucede por un tiempo prolongado y/o se da en espacios mal ventilados.
El personal de la salud que cuida a pacientes con viruela del mono puede correr riesgo de contagio, si no tiene un uso adecuado de los elementos de protección personal.
Hay que saber primero que una vez que ocurre el contagio el periodo de incubación en promedio es de siete días, con un rango de 5 a 24 días. La confirmación de la infección se logra a través de una prueba de laboratorio, que evalúa la presencia del virus por técnicas de biología molecular como la PCR (reacción en cadena de la polimerasa), en fluidos tomados de un paciente con sospecha de infección. También se puede considerar la biopsia siempre y cuando haya presencia de lesiones y a consideración del médico.
Es importante recordar que en el momento de sospecha o confirmación de la enfermedad, es de suma importancia acudir al médico y comenzar el tratamiento indicado:
Debido a las características de la enfermedad se deben instaurar precauciones de aislamiento por un período de 21 días.
Es importante que las personas con viruela del mono se mantengan hidratadas, se alimenten bien y tengan descanso.
Evite rascarse la piel, mantenga limpias, secas y descubiertas las zonas de erupción y lávese las manos antes y después de tocar la lesión.
Utilice agua esterilizada o antiséptico para limpiar las heridas.
Cuide la salud mental y solicite ayuda si es necesario.
Según la OMS, existe la probabilidad de que las personas que están vacunadas contra la viruela humana tengan un grado de protección, sin embargo, como esta vacunación se dejó de realizar a partir de 1980 por la erradicación de la enfermedad, la población que nació después es poco probable que se encuentre vacunada.
La probabilidad de contagio de la viruela del mono es baja, pero no del todo evitable, y aunque en algunos países se han aprobado vacunas nuevas y seguras, se cree que la vacunación debería ser para personas en situación de alto riesgo.
Sabemos que hay mucha incertidumbre con respecto a este tema, pero invitamos a todas las personas a informarse y educarse sobre el mismo, a no estigmatizar a las personas afectadas, a evitar el pánico, a hablar con las personas con las que se haya tenido contacto, en especial si fue sexual, a evitar la difusión de información falsa o no verificada, y si hay algún síntoma de esta enfermedad a acudir a consulta de forma inmediata sin miedo a la estigmatización.
El control de esta emergencia depende de las acciones de todos, la comunicación asertiva y el respeto a la dignidad de las personas, en especial de alguien afectado en su salud.
Este artículo contó con la asesoría de los doctores Edwin Silva Monsalve y Juan Pablo Osorio Lombana, infectólogos .
Para más información: https://youtu.be/hRUzuwOQZ4w.