Antes de hablar sobre demencia vascular, es importante entender qué significa el término demencia. Es una palabra que hace referencia a la pérdida de algunas funciones cerebrales, como la memoria o la capacidad de planificación. Sin embargo, también incluye la incapacidad de realizar actividades básicas de la vida diaria, como vestirse, movilizarse (ponerse de pie, caminar, sentarse), alimentarse (tanto para preparar los alimentos como consumirlos), entre otras.
La demencia vascular es causada por enfermedades cerebrales que afectan los vasos sanguíneos del cerebro y reducen el flujo de sangre en él. Como consecuencia, se ven alteradas funciones mentales como la velocidad con la que se piensa y se resuelven situaciones cotidianas.
Aunque sus síntomas pueden confundirse con trastornos de atención, es importante evaluar la conducta habitual de la persona. Por ejemplo, si alguien desordenado olvida frecuentemente dónde deja las cosas, puede deberse a su falta de orden. Pero si es una persona que por lo general es organizada y comienza a presentar este tipo de olvidos de forma reciente y progresiva, podría estar desarrollando algún tipo de demencia.
Si bien existen factores de riesgo no modificables como la hipertensión o la diabetes, cualquier persona la puede desarrollar demencia vascular. Afortunadamente, en la mayoría de los casos se puede prevenir a adoptando hábitos de vida saludable, especialmente desde la niñez y adolescencia.
1.Manteniendo una dieta saludable: hay una relación directa entre el cerebro y la microbiota intestinal, por eso muchos médicos dicen que “somos lo que comemos”. Es recomendable consumir alimentos ricos en antioxidantes, omega 3 y omega 6, como lo son las verduras, frutas, pescados y frutos secos. Debemos consumir al menos 5 porciones de fruta y verduras al día, en lo posible las verduras crudas y la fruta entera (no en jugo). Además, es importante evitar los alimentos procesados y altos en azúcar, sodio y grasas saturadas.
2. Haciendo ejercicio: realizar actividad física aeróbica 30 minutos al menos cinco veces a la semana, no solo ayuda a fortalecer el corazón, sino que también libera neurotransmisores que contribuyen a la sensación de bienestar y mejoran la función cognitiva.
3. Durmiendo bien: el buen descanso nos permite pasar por todas las fases del sueño, dentro de las cuales se encuentra la fase REM, que es importante para procesar y almacenar la información que aprendimos durante el día, y fortalecer la memoria a largo plazo.
En la Clínica Shaio, contamos con un equipo de profesionales altamente capacitados en el manejo de enfermedades neurodegenerativas como las demencias. Aun así, nuestro enfoque principal es la prevención, por eso, fomentamos hábitos de vida saludable desde una edad temprana. Si bien es cierto que muchas enfermedades se desarrollan en la vejez, estas suelen ser el resultado de las decisiones tomadas durante la juventud.
Este blog contó con la asesoría de la Dra. Diana Manrique, especialista en neurología.
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